Llevando en su espíritu el gozo de haber pasado unos días en su casa de deffm me.tcanas, la voz de Juan Pablo 11 sonó así, como augurio de bien y de rico porvenir: México es un gran país, que hunde sus raíces en un pasado rico por su fe cristiana y abierto hacia el futuro en su clara vocación americana y mundial. Recorriendo las calles ... he sentido nuevamente el latir de este noble pueblo... En su acogida veo el fiel reflejo de una realidad que se abre camino en la vida rMexicana: la de un nuevo clima en las relaciones respetuosas, sólidas y constructivas entre el Estado y la Iglesia, superando otros tiempos que con sus luces y sombras, son ya historia... Al concluir esta visita pastoral, quiero reafirmar mi plena confianza en el por venir de este pueblo. Un futuro en el que México, cada vez más evangelizado y más cristiano, sea un país de referencia en América y en el mundo... La gozosa y pacífica convivencia entre su gente, sea siempre una realidad bajo la tierna mirada de su Reina y Madre, la Virgen de Guadalupe.. Para ella mi última mirada y mi último saludo...'
 'S.S. Juan Pablo 11', se fue perdiendo a lo lejos, alcanzados por el reflejo del sol captado y lanzado por diminutos espejos. En su interior, el peregrino vesfi- do de blanco asimilaba el efecto de 'los sonidos, los colores y los sabores de México'.