Juan Pablo 11 sembró en México y en América una palabra que -como dijo ante el cuerpo diplomático en la casa presidencia¡ deLos Pinos- 'no es mía sino de Dios que se hizo hombre para que el hombre llegue a ser hijo suyo'. Esa palabra quiere ser ayuda y ser- vicio, no dominio ni imposición. Se difundió en este viaje a la manera de¡ rocío de la mañana: animó a los jóvenes a afrontar la vida  con entusiasmo y entrega;
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
llamó la atención de los poderosos acerca de la importancia de mejorar el nivel de vida de todos, y de respetar y promover los derechos hu   manos; alentó a la 'infantería de la Iglesia' a comprometerse con todas las causas nobles; llamó a los enfermos a profundizar en el sentido salvífico del dolor. Sobre todo, el Papa compartió las situaciones difíciles por las que atraviesa el mundo de hoy, que a Mar de los avances y los des- cubrimientos científicos y tecnológicos, no ha llegado a ser plenamente humano.